¡Hola, lector@s! Esta semana venimos con doble sorpresa pues, no me canso de decirlo, nuestro jardín es un vergel y, además, con las intensas lluvias de las últimas semanas, han aparecido nuevas especies. No, esta primera que os muestro no es nueva: ¡es nuestro querido manzanín! Que ya está bien cargado de flores y nos proveerá de muchos frutos este verano, jejeje.
¡Vamos allá con los nuevos hallazgos! Una bonita viola riviniana o violeta silvestre. No apta para consumo (es purgante y vomitiva) pero de un fantástico olor, por eso es muy usada en perfumería:
La tradescantia fluminensis, una planta que necesita tierras húmedas y sombrías (por eso nos crece a la sombra de los setos de atrás), tiene unas hojas muy vistosas y unas flores que lucen así de bonitas y delicadas. Hasta ahora nunca la había visto por Asturias... ¡porque es una especie invasora! Procede de América del Sur, donde también es llamada oreja de gato (por la forma de las hojas), aunque aún no se considera peligrosa para la vegetación europea:
La stellaria holostea (estrella o estallón) sí que es habitual del clima oceánico y puede llegar a aparecer hasta altitudes de 1800 metros sobre el nivel del mar. resistente, ¿verdad?
A la cardamime o berro amargo ya os la había presentado pero es que aquí luce muchísimo mejor y se puede apreciar lo fotogénico de sus delicados pétalos, ¿a que sí?
Una curiosidad: una orchis mascula (orquídea silvestre) con su racimo de flores a punto de madurar. Digo que es curioso que aparezca en casina (bueno, al otro lado de la valla) porque, como todas las orquídeas, gusta de suelos "pobres" y poco nitrogenados...
...pero nuestro terreno, ya os expliqué, está magníficamente nutrido gracias a la labor de los bichinos de la caja de compost o a la abundancia de flores de la familia vicia o ervilia, que ayudan a oxigenar y fijar nitrógeno, como este otro ejemplar de aquí:
La nonea pertenece a una especie de carácter herbáceo e hirsuto con más de 95 variantes (uffff) que no son demasiado vistosas ni agradables al tacto. Pero, oye, es otra flor más que añadir a la lista...
Y finalizamos por hoy con un arum italicum (¡bonito nombre!) que ha llegado a colonizar la isla norte de Nueva Zelanda (¡Ja!). En asturiano se le llama "cala" y, a veces, "comida de culebras" porque sus frutos (un racimo de bolitas rojas) se suponen que atraían a las serpientes. Yo nunca me encontré ninguna a sus pies porque...¡las serpientes no son precisamente vegetarianas! Aunque es cierto que el alto contenido de dicho fruto en aroína, un compuesto alcaloide, lo hace altamente tóxico, de ahí que de kekita me gritaran con frecuencia que no me acercara a la planta. Ahora, como veis, no hago ni caso de la advertencia: