viernes, 28 de octubre de 2016

Una feria que merece la pena

¡Hola a tod@s! Ya sé que tenéis muchas ganas de saber más sobre nuestro super viaje al otro lado del mundo, pero permitidme que "interrumpa" la historia para contaros nuestro último finde, que sin duda fue muy especial pues... ¡¡nos fuimos de Feria!! Así es, tenemos una forma un poco especial de celebrar Halloween ;-)
 
 
                            - Click, lo siento pero ese sombrero no te favorece...
                            - Que sí Clicka, y mira que bien bailo...
                            - Click, mogollón, pero déjalo, por el bien de la humanidad...
  
(Cartel obtenido a través de Aesclick)

La feria fue increíble pues conocimos a un montón de nuevos amigos, vimos increíbles dioramas a tamaño real y pudimos comprar varios complementos.
 
Pero como el fin de semana era más largo de lo habitual, aprovechamos para turistear por la antigua Hispalis, siempre decorada con preciosos azulejos:
 
 
Además, no estuvimos siempre solos, porque estuvimos acompañados de un guía muy especial y majete: Clackmarón del Islote. Fue muy majete, aunque un poco charlatán...
 
 
Una de las primeras paradas fue la Plaza de España, un lugar amplio y agradable (pese a que hacía un calor terrible), donde recorrimos las diferentes provincias españolas, cazamos algún libro y yo aprendí algo nuevo acerca de los orígenes "expositores" de la plaza:
 
 
La verdad es que con tanto viaje, ya llevamos vistas muchas catedrales, así que tampoco estábamos muy interesados en ver la de Sevilla, pero dio igual porque es enorme y se ve desde casi todos lados:
 
 
Sin duda la visita clave, pese a las colas de la entrada, fue el Real Alcázar, donde el arte musulmán, a pesar de la intención cristiana de sabotearlo, es increíble y digno de verse, incluyendo hermosas decoraciones a base de sebka y por supuesto sus lacerías de sabiduría infinita (como una que yo me sé :-) ):
 
 
 
Ya veis, otra gran escapada llena de actividades interesantes y muy especiales, aunque sin duda lo mejor de todo fue poder disfrutarla junto a Clicka ;-) ¡¡Mogollón!!
 
¿Y vosotros? ¿Conocéis Sevilla? No dudéis en comentarnos vuestras experiencias.
 
 

viernes, 21 de octubre de 2016

Rotorua I: Ka mate! Ka ora!

Tras recuperarnos de la llegada a Auckland con un largo sueño, despertamos a las 8 de la mañana del domingo (en España aún era sábado...) plenamente "operativos", incluso yo, jeje. 

Para empezar el día, a Click no se le ocurrió mejor cosa que ofrecerme un mejunje de color negro al parecer muy típico de las antípodas. Hacedme caso: no lo probéis. 

Bien pertrechados, nos ponemos en marcha: tenemos por delante 140 kms hacia el interior de la isla norte. El paisaje es precioso, muy verde, parecido a nuestra querida Asturias pero en versión "mejorada". Lo de conducir por la izquierda, sin mayores problemas; lo que si generó confusiones fue el GPS, que me la quiso liar y cambió la ruta, metiéndome por unas cuantas "caleyas" y haciéndome cruzar pasos a nivel sin barreras. Pero con los días descubriría que eso fue sólo el principio, porque mis aventuras con el GPS darían para un post propio... 

A pesar de los esfuerzos de ese cacharro, conseguimos llegar a Te Puia, uno de los cinco parques nacionales de la región termal de Rotorua


Es, con diferencia, el parque más visitado de la región, por los diversos geysers (el la foto aparecemos con el Geyser Potuhu, que es el más activo y entra en funcionamiento varias veces al día), porque te permite ver tus primeros kiwis (que son como adorables peluchitos) y también porque es un buen lugar para aprender sobre la cultura y el arte maorí. 

Nuestro guía nos enseñó cómo era un poblado tradicional, cómo se cocina en horno hangi (en el suelo, aprovechando el calor geotermal) y cómo se dice hórreo en maorí (pakata).


El punto álgido de la visita, por supuesto, fue poder asistir a una ceremonia maorí: danzas polinésicas, malabares y, claro está, la famosísima haka. Es más, tras la demostración correcta, pidieron a unos cuantos kekos voluntarios para hacer la "Haka tourist' style". Por supuesto, Click se subió al escenario; por supuesto, yo lo grabé en vídeo.

Fue muy emocionante, yo no podía parar de llorar... ¡Ah, no! Que las lágrimas eran resultado de una alergia recién descubierta a la pintura roja con la que los maoríes pintan sus construcciones tradicionales. Pues vaya.


Después de un día tan intenso, decidimos acercarnos al nuevo B&B cuyo responsable fue, sin duda, el personaje más carismático de los que conocimos durante la Honeymoon. Además nos dió muy buenos consejos para turistear por la zona los siguientes días y también alguna recomendación gastronómica sobre cómo disfrutar el cordero neozelandés. Ni que decir tiene que mi ración era más grande, jajaja.

¿Qué nuevas sorpresas nos esperarían al día siguiente? Pronto lo sabréis...

domingo, 9 de octubre de 2016

Despegamos... hacia el clickfinito!

Querid@s lector@s, por fin ha llegado el momento que tanto habéis estado esperando...

Tras una maravillosa boda, llegó la hora de disfrutar de una Luna de Miel ¡espectacular!. Como somos dos kekos especiales, necesitábamos algo fuera de lo corriente así que decidimos irnos lo más lejos posible: ¡Nueva Zelanda! ¡Wow!

El viaje fue muy muy muy largo, aunque la escala en Singapur ayudó un poco a estirar las piernecitas. El aeropuerto se ha ganado el título de "Best airport in the World" a pulso: moquetas, jardines exóticos, fuentes, carnicerías (sí, sí, habéis leído bien), galletas gigantes... Al parecer también hay un mega-tobogán, pero no en nuestra terminal, lástima.


Así, tras un total de 26 horas, llegamos a nuestro primer destino: Auckland. No es la capital, pero sí la ciudad más grande del país. La primera impresión fue buena: el precioso Domain Park estaba animado con jugadores de rugby y criquet. Pero enseguida nos dimos cuenta que Nueva Zelanda es un país de "exteriores" ya que el resto de la ciudad nos decepcionó un poquito (por ejemplo, el puerto lo tienen bastante desaprovechado. ¡Ni siquiera tenían heladerías!).


Tras un paseo de contacto, nos fuimos temprano al B&B (psché) porque estábamos agotados y no teníamos claro qué hora era; Clicka estuvo a punto de desfallecer por el jet lag, pero tuvo que esperar encerrada en el baño hasta que conseguí vencer, en singular combate, a un mega-elemento de la fauna local. ¡Pedazo abejorro! Pues sí que empezamos bien...

Pero no es dejéis engañar por las primeras impresiones: al día siguiente empezaría lo bueno, ¡muy bueno!. Ya lo veréis... 

lunes, 3 de octubre de 2016

Domingo renacentista

¡Hola a tod@s! Si hace poco os hablaba de la Feria Medieval de Ávila, hoy avanzamos en el tiempo para contaros cómo se celebran las Vísperas Nupciales en la aldea renacentista de Aldeatejada, provincia de Salamanca.

Resulta que aquí tuvo lugar, en 1543, el encuentro entre el rey Feliplick II y su jovencísima prometida, la infanta Mª Manuela de Portuclack. Y para celebrarlo, todo el pueblo se engalana y representa, muy dignamente, la histórica jornada. Y para allá que me fuí yo, cámara en mano...

Primero llega la infanta, bien protegida por el séquito de su padre y acompañada de su "dueña" (azafata de confianza, a.k.a. "carabina") y una menina.


Tras un breve acto presidido por los grandes del Clickreino, y siempre bien vigilados por la dueña y un confesor, los novios por fin se conocen... Feliplick, bastante mayorcete, va vestido sobriamente (ya de chaval era un keko soso y aburrido, ejem). El notario toma buena nota de todo lo que sucede:


Para celebrarlo, los nobles bailan una serie de  danzas renacentistas bajo la atenta mirada de los novios, sentados ya en el palco real:



Tras las danzas, el cortejo real se pone en marcha aunque con diferentes destinos, puesto que la boda se celebrará dos días más tarde en Madrid y por tanto deberán descansar en alcobas separadas hasta entonces, ¡faltaría más!. Pero como veis, antes de que se fueran conseguí sacarles un estupendo retrato juntos: 



Después sólo quedaba disfrutar del buen tiempo y del mercado renacentista, donde puder catar unos estupendos quesos... 

Una forma interesante de pasar un domingo, ¿verdad?