jueves, 2 de marzo de 2023

Marsella, Saint Tropez y Cannes

Como decíamos hace poco, el itinerario tradicional de la costa azul comienza en Marsella, una ciudad grande y animada que ha sabido mantener un interesante equilibrio entre su puerto comercial, su industria y su herencia histórica.

Tras abrir los paquetes de cumpleaños, que incluían un regalo realista y un año de cerveza gratis ;), empezamos a turistear... justo a la puerta de nuestro hotel, pues allí mismo se encuentra el "espejo del mar" del célebre arquitecto Clockrman Foster:


La antigua fortaleza, el Museo de las Culturas Mediterráneas, el jardín de los vestigios (antigua cantera griega que hoy está ¡dentro de un centro comercial!) y el barrio de La Panier con su antiguo hospital de caridad "Viellei Charité", hoy reconvertido en centro cultural:


Un largo y soleado paseo por La Corniche, comiendo helados de chocolate, terminó en la abadía San Víctor (que no conserva nada de su pasado románico) y la celebérrima pastelería Navettes:


Al día siguiente, y tras cruzar el infierno del tráfico marsellés (hay una mítica película que os puede informar sobre el tema) visitamos varias calas del parque natural de Les Calenques y su más que pintoresca carreterina:


Cassis es un coquetuelo pueblecito de veraneo (muy tranquilo aún en esta época del año) con un castillo junto a la playa. Aquí cenamos sus típicos mejillones con pesto y una bouillabaisse que, si bien no tan espectacular como la que probamos en Laussane hace años y que aún recordamos, estaba calentita y rica:


Saint Tropez es un destino asociado al lujo que a nosotros, que ya hemos visto muchos mega-yates a lo largo de nuestros viajes (como en Grecia o en Malta), no nos llamó demasiado la atención aunque su casco histórico es bonito y agradable. Fue allí donde nos encontramos al caradura de Picasso persiguiendo a una keka para que le hiciera de musa durante sus vacaciones:


En la ciudadela, hoy museo marítimo, nos echamos unas buenas carcajadas a costa del "francés nivel medio" de Click y su traducción de los "tropeziennes" locales. Otra anécdota, menos divertida, es que te cobren 5 eurazos por un café mal servido (¡pienso resarcirme a base de expressos la próxima vez que visite Roma, ejem!):


Terminamos la primera etapa de este viaje en Cannes, otra ciudad asociada al lujo y el glamour del cine y las inalcanzables estrellas de la gran pantalla... ¡un momento! ¿Qué ven mis ojitos miopes? ¡¡¿¿Cannes está hermanada con... Benidorm??!! Qu'est-ce que c'est? Adiós, glamour.

En fin. Cumplimos con la foto de rigor en la alfombra roja de su famoso teatro y dimos un agradable paseo junto al mar antes de retirarnos a descansar después de tantas emociones:


La siguiente etapa será la que incluya dos ansiadas y bohemias paradas así que ¡no os la perdáis!



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