¡Hola lector@s! Alejándome un poco del mundo oval, hoy también me pongo de nuevo frente al teclado para concluir el relato sobre nuestro road-trip por la costa azul francesa de hace poco menos de un año. Y os preguntareis... ¿por que no le dejas a Clicka que lo escriba ya que es más lista, más guapa y además lo hace mucho mejor que tú y sin enrollarse tanto? Y la verdad es que no os falta razón pero como el último día de este viaje estaba más pensado para el disfrute de este humilde keko, pues hemos decidido que sea yo quien os cuente nuestras aventuras.
Y es que un viaje por esta zona de las galias que se precie no puede dejar de incluir al exuberante Mónaco. Clicka ya lo conocía de su viaje de estudios cuando era una keka adolescente y su comentario general es que poco había cambiado desde entonces (que fue hace nada). Lujo y ostentación por todos lados pero comprimido en una región que ya no puede crecer. Aun así la excursión mereció mucho la pena empezando con la visita al famoso casino donde aparcamos nuestro cochecito de alquiler a pocos pasos de los deportivos y coches de alta gama, y donde aprovechamos para hacer un poco de patria:
Luego nos acercamos al puerto a ver los yates y el paddock que estaban preparando de cara al próximo Gran Premio de Fórmula 1...
... para finalizar el paseo frente al popular y multipresente en la prensa rosa Palais Princier:
Y aunque no tengamos pruebas gráficas, he de decir que la mejor parte de la visita fue el marcharnos de allí pero no porque lo estuviésemos pasando mal (¡todo lo contrario!) sino porque pudimos circular por gran parte del famoso circuito urbano, aunque a una velocidad limitada (quizás porque el conductor era prudente y no como una keka bien conocida). Además nos llevamos un bonito souvenir en forma de pasaporte monegasco (si hubiese sido antes de la pandemia nos habrían sellado los nuestros como nos ocurrió en San Marino):
¿Qué os ha parecido nuestro voyage? ¿Cuál será nuestra próxima parada? Seguid atent@s a este blog y pronto lo sabréis...
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