lunes, 25 de marzo de 2024

Zaragoza (I)

Recientemente cumplimos nuestras bodas de bronce y, aunque pueda parecer un viaje poco exótico para nuestro portfolio trotamundos, decidimos pasar el finde en Zaragoza. Como salimos tras la dura jornada laboral llegamos tarde pero aún nos dio tiempo a un pequeño y romántico paseo nocturno por su centro, fotografiándonos con la celebérrima basílica del Pilar al fondo:


Pero ¿por qué Zaragoza? Pues para empezar porque es la antigua Caesar Augusta, la primera ciudad expresamente creada por el emperador Octavio en la finalmente conquistada Hispania, como premio y jubilación para las legiones que estuvieron años peleando hasta conseguir doblegar a las poblaciones del norte peninsular


Así que, en un año que he autodefinido como "hispano-romanito" (recordemos que hace muy poco también visitamos Segóbriga), nos dimos un muy completo paseo por sus restos arqueológicos: puerto fluvial, foro, termas... aunque sin duda lo mejor conservado en su teatro, que cuenta con su propio halcón espanta-palomas y al que vimos trabajando arduamente:


Pero claro, Zaragoza tiene un hijo ilustre (y me temo que poco valorado), Goya, quien insistía en hacernos una visita guiada por la ciudad. Y con el mal genio que se gasta, no nos atrevimos a decirle que no, así que le acompañamos al Pilar, en cuyo interior nos mostró un par de curiosidades:


La Seo, la verdadera catedral, a su lado pasa desapercibida a pesar de lo bonito de su mampostería mudéjar. Lo que sí que nos gustó mucho fue la antigua lonja, hoy reconvertida en sala de exposiciones municipal y con este impresionante techo:


Otro rincón interesante es la iglesia de Santa Isabel de Portugal, con su peculiar portada tallada en alabastro, un material muy poco frecuente para dichos menesteres:


Pero es que además yo tenía interés en conocer dos museos en particular. El Museo del Origami (que probablemente cierre por falta de fondos en los próximos meses) y el museo de Gargallo, un magnífico escultor que se codeó con lo mejor de las vanguardias históricas (ya sabéis, Picasso y compañía). Altamente recomendable. De hecho, es uno de esos momentos en lo que Click me pregunta indignado porqué no le había hablado antes del tema, jeje:


Un agradable paseo a orillas del Ebro para sacarnos, como no, una de las fotos más típicas de la ciudad:


El día no terminó ahí, pues teníamos mesa reservada en un pequeño y exclusivo restaurante, para darnos el esperado homenaje gastronómico en un día tan especial. Pero, querid@s lectores, nos permitiréis que por una vez no os mostremos fotos de los riquísimos y elaborados platos y nos guardemos la romántica experiencia para nosotros... 

En cualquier caso, sí que os podemos decir que la experiencia de tapeo en Zaragoza es estupenda: a mediodía se pueden encontrar numerosos bares en la zona de "El tubo" con unos pinchos grandes y muy ricos. Y en la próxima entrada volveremos a hablar de comida con algo muy especial, ¡no os lo perdáis! 



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