¡Bom día! La crónica azoreña de hoy versará sobre una de los aspectos que más nos gustan de los viajes: la comida, jeje. Ya habíamos tenido la suerte de probar los ricos y sabrosos quesos de Furnas...
...y teníamos grandes esperanzas, tratándose de un archipiélago en el medio del Atlántico, en el tema de pescados y mariscos. La isla San Miguel no nos defraudó, ya que localizamos un pequeño y peculiar restaurante donde probar las especialidades locales. Para amenizar la espera, te proporcionan algunos crucigramas y sopas de letras, que me parece una magnífica idea:
Entre otras muchas cosas (porque además al día siguiente repetimos asistencia), probamos la raya a la plancha...
...y las célebres (¡y enormes!) lapas grelhadas. Raro pero no tan desagradable al paladar como en un principio pudiera parecer. Eso sí, hay que comérselas recién servidas y bien calentitas.
De postre, sin duda, una queijada y un dedal del magnífico café sólo portugués:
Además, la segunda noche nos sentaron al lado del mar, disfrutando de una romántica puesta de sol entre pescadito y pescadito. ¿Qué más se puede pedir?
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