miércoles, 28 de marzo de 2018

Kyoto y Arashiyama

¡Seguimos en marcha! De nuevo en Kyoto, y bajo un sol de justicia, nos acercamos a Arashiyama, un coqueto y cercano pueblecito, para admirar un ordenado y pavimentado bosque de bambú. En su interior se encuentra el templo de Nomomiya Shrine, dedicado desde tiempos feudales a las kekas solteras. Sin comentarios. Hum. 


Al día siguiente, con un sol de justicia y un índice de humedad sofocante, nos fuimos al Fushimi Inari. Los más de mil toriis rojos que allí se acumulan, formando una auténtica galería de 4 kms de longitud, fueron (y son) dedicados por comerciantes, pidiendo por el éxito y prosperidad de sus negocios. 


Tras ello, lo habitual hubiera sido dirigirse a la pequeña ciudad de Nara peeeeeero... somos "tú y yo" así que nos subimos a un tren-bala y en 12 minutos nos plantamos en Osaka. Tras la ruta matutina, que mejor para recuperarse que ¡comer Okonomiyakis

"Okonomi" significa, literalmente, "lo que quieras, lo que te gusta": una especie de revuelto con todo lo que que quieras echarle. Así que te lo sirven a medio hacer y te lo terminas a tu gusto sobre una plancha integrada en tu propia mesa, jeje. ¡Nos pusimos las botas! De postre, café y helado junto a una refrescante fuente-cascada. 

Y de noche, para despedirnos de Kyoto, adivinad: ¡otro homenaje culinario en nuestra izakaya favorita de Pontocho! La gracia esta vez fue que tuvimos que esperar en el parque. Pero sí, de repente se presenta un camarero a buscarnos y llevarnos a la mesa para poder degustar sopa miso y carne waygu. Somos de paladar exigente, jeje.

El próximo destino será de nuevo Tokyo. ¿Cómo nos despediremos de esa increíble ciudad? Pronto lo veréis...

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