Konnichiwa! Llevamos algún tiempo sin relataros nuestra aventura nipona... aunque ¡no podréis decir que hemos estado quietos! Pero como sabemos lo mucho que os gustan nuestros viajes hoy os hablaremos de dos visitas altamente recomendables.
La primera es Himeji, una localidad en el trayecto Hiroshima - Osaka. Perfectamente visible desde la estación de tren se encuentra su impresionante castillo. Punto extra: consiguió sobrevivir intacto a la guerra así que pudimos aprender muchísimas cosas sobre el sistema defensivo:
De nuevo al shinkansen para llegar a Osaka, una ciudad absolutamente in-cre-í-ble. Osaka fue la primera ciudad en abrirse al comercio y las relaciones internacionales, en el siglo XIX, así que resulta abrumadoramente moderna y cosmopolita. Los osakenses, además, tienen fama de ser extrovertidos, ruidosos y amantes de la comida. ¡Cierto! Nuestro hotel estaba en Dotombori, el barrio más céntrico y cool, lleno de neones, gente, restaurantes y puestos de comida, gente, tiendas, gente... Tras descubrir las especialidades locales (okonomiyakis y takoyakis), seguimos nuestro paseo hasta el río... y descubrimos que estaban en pleno Dondokofune, el festival de verano dedicado a la deidad de la educación, con "traineras" y todo. ¡Un ambientazo!
Al día siguiente, tras un magnífico desayuno, nos dedicamos a explorar el resto de la ciudad. A destacar el Sky Building. Desde su piso 40 unas escaleras "flotantes" llevan al observatorio al aire libre desde donde ver el Gate Tower Building, un rascacielos al que atraviesa una autopista. Tal cual.
Mientras que en su sótano se encuentra una recreación de la Osaka de los años 20, llena de restaurantes donde seguir comiendo muy bien. Sí, Osaka es una parada gastronómica imprescindible en el pasaporte de cualquier gourmet...
Tras algunos instantes de estupor (¿un centro comercial con una noria gigante en su azotea?), tomamos otro tren para volver a Kyoto. Pero eso ya será otro artículo...
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