lunes, 10 de julio de 2023

Camino a Plovdiv

Comenzamos el auténtico periplo búlgaro peleándonos con el GPS (¡oh, sorpresa!) para conseguir llegar a la minúscula iglesia de Boyana, aún en el área metropolitana de Sofía, y cuyo interior es una pasada de frescos medievales (hasta 3 capas superpuestas se pueden observar en alguna de sus paredes). Por eso estoy tan contentina:


Nos habían advertido del estado de las carreteras búlgaras pero os aseguramos que se circula sin ningún problema, aburrimiento aparte por lo largo de los trayectos. Brevísima parada en Kopritshtitsa, un pueblo que vive del turismo senderista en verano pero que hoy estaba vacío y no había ni donde comer. ¿Por qué decidimos visitarlo? Porque es el "Covadonga" búlgaro, a saber, aquí se produjo en el siglo XIX el levantamiento independentista contra el dominio otomano. En concreto, el primero disparo se hizo desde este puente:


Pero lo mejor fue llegar a Plovdiv, la "Salamanca" búlgara, con todo lo que ello implica de ambiente cultural, musical, fiestero... Plodvid además es la localidad con mayor número de restos romanos así que aprovechamos a hacer un poquito de patria en la tribuna del circo de cuádrigas:


Callejeamos por el bohemio barrio de Kapana, subimos al empinado y adoquinado Old Town, con sus coloridas casitas del renacimiento búlgaro (la recuperación de la cultura local tras la independencia de los otomanos)...


Como curiosidad: nos encontramos una máquina expendedora de tarros de miel natural de una granja próxima pero, como habíamos cenado muy bien en una tasca post-soviética (a precios de la época, o sea, muy barato) y después nos habíamos comido un waffle con chocolate del tamaño de una rueda de bicicleta, pues ya no teníamos hambre:


Al día siguiente y tras un opíparo desayuno (que rematé con una galletita digestive, para equilibrar, jajaja), vino el plato fuerte de las visitas (¿plato fuerte? Si al final la fama de tragones la tenemos merecida, jeje): la basílica de Filipópolis y sus decenas de impresionantes mosaicos. El primer piso tenía unos preciosos y muy neutros mosaicos de la época civil original que luego los cristianos intentaron cubrir con pavos reales y demás metáforas:


Después nos fuimos a disfrutar a solas del bonito teatro romano, que aún conserva la numeración de las gradas:


Rematamos el día en el museo etnográfico, aprendiendo que los búlgaros también tienen gaita aunque bastante más grande:


Aún nos quedan unas cuantas paradas y anécdotas en este road trip. ¡Permaneced atent@s a las actualizaciones del blog!



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