El curso escolar está a punto de terminar ¡por fin! Y es que tras dos intensos años de docencia pandémica (con lo que ello implica de estrés y trabajo extra) estamos tod@s especialmente cansad@s. Aunque soy una keka fuerte, confieso que estoy agotada y cuento los días, ¡las horas!, que me quedan para poder irme de vacaciones a Villa Tongariro. Al menos las clases y los exámenes ya han terminado y podemos sentarnos a tomar un café; lo de relajarnos es algo más difícil estando en la pesada (literal y metafóricamente) compañía de Picapiedra, un profe con incontinencia verbal y aquejado de cuñadismo... Mi compañera Maclickna y yo nos miramos alucinadas con sus ocurrencias pero intentamos aguantarnos la risa:
Unas cuantas reuniones más y seremos libres de nuevo. Bueno, Click no mucho pero al menos en la empresa les autorizan horario de verano y podremos comer juntos en nuestro estupendo porche... ¡Veranito, allá vamos!
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