La rutina, el frío y la lluvia han regresado al campamento de Vindolanda tras la fatídica emboscada en el desfiladero de Alier:
Por si fuera poco, los legionarios deben soportar durante sus largas guardias junto al muro de Clackdriano las chanzas de algún picto burlón que se acerca a recordarles su retirada. La moral del ejército está en sus horas más bajas...
Cuando el legado Quinto Valerio Cinna lleva las malas noticias a Roma, el emperador estalla indignado y pretende imponer severos y ejemplarizantes castigos entre sus filas. ¡Ningún legionario romano abandona un combate mientras está con vida!
Cinna intenta explicarle las dificultades intrínsecas de su misión: Britannia es, sencillamente, un infierno. "¡Necesitamos ese infierno, legado!", responde ya algo más calmado Clackdriano. "Hemos tenido dificultades en otras ocasiones y en todas conseguimos imponernos. Britannia no será diferente, conseguir la dominación de esa isla es fundamental para el Orbe Romano":
El cónsul Tiberio Emilio Craso, que hasta el momento se había mantenido al margen, interrumpió la conversación aprovechando la amistad y confianza con el emperador. "Tengo una idea, ¡oh Caesar!. Y la respuesta está aquí, en la biblioteca imperial. Permitidme abrir este viejo rollo sobre las guerras púnicas de Tito Clickvio..."
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