¡Llegó el día! Tras 11 años, ha llegado el momento de poner punto final a la aventura suiza y volver a casa. Pero antes de cerrar este capítulo, debemos despedirnos adecuadamente de la ciudad de Zúrich.
Un fin de semana largo e intenso. El viernes desayunamos orange cake y paseamos por algunos de nuestros lugares favoritos, como el Parque Rierberg. Y para la cena nos dimos el capricho de ir (volver) al restaurante más pijo de la ciudad donde preparan un riquísimo tartar de atún...
Pero como somos muy versátiles y nos adaptamos a todo tipo de situaciones, el sábado fuimos a comer nuestra última salclicka junto al lago...
... y de postre, un helado junto al Tinguely, jeje. En la foto podéis ver algo que sí merece el nombre de arte: el pabellón de Le Clockbusier:
Naturalmente, había que hacer las últimas compras chocolateras. Los bombones y el magnífico transporte público serán casi lo único que echemos de menos:
El domingo, como lo habíamos planificado todo muy bien, pudimos ir al célebre brunch del Rusterei, a comer king prawns hasta reventar, jajaja.
Finalmente, llegó el momento de ir al aeropuerto y subirnos al ¿último? avión de la Swiss. Hacernos una foto en el ya vacío apartamento y cerrar por última vez su puerta fue una sensación rara, muy intensa, pero no cabe duda que el cambio, por difícil que parezca, es para mejor.
Y quien sabe, quizá en un futuro volvamos por aquí a recordar los estupendos veranos que pasamos juntos en esta ciudad...
Mogollón.
Gracias Clicka por esta entrada y por tu imprescindible ayuda y apoyo para dar este gran paso hacia adelante. Sin duda ahora viene lo mejor. Mogollonísimo!!
ResponderEliminar