La Península de Dingle es el Finisterre irlandés y un lugar realmente bonito: playas grandes y pequeñas calas, prados verdes, pueblecitos con encanto y una casera en el B&B realmente agradable y amable... hasta que llegaron dos insoportables inquilinas norteamericanas con incontinencia verbal y ¡la señora nos dejó solos ante ellas! Al menos, cuando conseguimos escapar e irnos a cenar, compensamos el susto con un auténtico concierto de pub.
Al día siguiente recorrimos la península, incorporando más anécdotas (como el avispado granjero que permitía, previo pago, hacerse fotos en modo "Hold a baby lamb"):
En Limerick visitamos el Castillo del rey John, donde aprendimos mucho sobre historia anglo-irlandesa, jugamos en la herrería (sí, Click se puso media armadura)...
... y hasta aprendimos a construir un castillo:
También intentamos visitar Thomond Park, el estadio de rugby donde una vez (en 1978) los All Blacks perdieron un partido. Pero una azafata bastante mal encarada nos informó que no podríamos añadir un nuevo ensayo por el mundo así que decidimos reorganizar el plan del día siguiente...
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