viernes, 21 de octubre de 2016

Rotorua I: Ka mate! Ka ora!

Tras recuperarnos de la llegada a Auckland con un largo sueño, despertamos a las 8 de la mañana del domingo (en España aún era sábado...) plenamente "operativos", incluso yo, jeje. 

Para empezar el día, a Click no se le ocurrió mejor cosa que ofrecerme un mejunje de color negro al parecer muy típico de las antípodas. Hacedme caso: no lo probéis. 

Bien pertrechados, nos ponemos en marcha: tenemos por delante 140 kms hacia el interior de la isla norte. El paisaje es precioso, muy verde, parecido a nuestra querida Asturias pero en versión "mejorada". Lo de conducir por la izquierda, sin mayores problemas; lo que si generó confusiones fue el GPS, que me la quiso liar y cambió la ruta, metiéndome por unas cuantas "caleyas" y haciéndome cruzar pasos a nivel sin barreras. Pero con los días descubriría que eso fue sólo el principio, porque mis aventuras con el GPS darían para un post propio... 

A pesar de los esfuerzos de ese cacharro, conseguimos llegar a Te Puia, uno de los cinco parques nacionales de la región termal de Rotorua


Es, con diferencia, el parque más visitado de la región, por los diversos geysers (el la foto aparecemos con el Geyser Potuhu, que es el más activo y entra en funcionamiento varias veces al día), porque te permite ver tus primeros kiwis (que son como adorables peluchitos) y también porque es un buen lugar para aprender sobre la cultura y el arte maorí. 

Nuestro guía nos enseñó cómo era un poblado tradicional, cómo se cocina en horno hangi (en el suelo, aprovechando el calor geotermal) y cómo se dice hórreo en maorí (pakata).


El punto álgido de la visita, por supuesto, fue poder asistir a una ceremonia maorí: danzas polinésicas, malabares y, claro está, la famosísima haka. Es más, tras la demostración correcta, pidieron a unos cuantos kekos voluntarios para hacer la "Haka tourist' style". Por supuesto, Click se subió al escenario; por supuesto, yo lo grabé en vídeo.

Fue muy emocionante, yo no podía parar de llorar... ¡Ah, no! Que las lágrimas eran resultado de una alergia recién descubierta a la pintura roja con la que los maoríes pintan sus construcciones tradicionales. Pues vaya.


Después de un día tan intenso, decidimos acercarnos al nuevo B&B cuyo responsable fue, sin duda, el personaje más carismático de los que conocimos durante la Honeymoon. Además nos dió muy buenos consejos para turistear por la zona los siguientes días y también alguna recomendación gastronómica sobre cómo disfrutar el cordero neozelandés. Ni que decir tiene que mi ración era más grande, jajaja.

¿Qué nuevas sorpresas nos esperarían al día siguiente? Pronto lo sabréis...

1 comentario:

  1. ¡Quiero volver! ¡Y hacer la Haka con brazos de Playmobil (obviamente)!

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