martes, 10 de octubre de 2017

Tokyo I

Konnichiwa! Tras un vuelo de 12 horas llegamos al enorme aeropuerto de Tokyo Narita donde nos esperaba un chófer perfectamente uniformado (guantes blancos incluidos) para llevarnos al hotel. 

Una vez instalados, nos dirigimos a la estación JR donde tuvimos unos segundos de confusión lingüística. Y es que, por paradójico que resulte en un país tan moderno y tecnológico, lo del inglés... pues poco. Pero un amabilísimo keko nos enseñó a movernos por la estación. Y es que no es tarea fácil, ya que son varios pisos: uno de ellos dedicado al manga (Click conoció al Ultramán!) y otro para hostelería. Allí descubrimos la deliciosa sopa miso:


También conocimos Ginza, el barrio caro. Al ser domingo era peatonal y había mucho ambiente. Luego llegó el jet-lag y hubo que irse a dormir... 

Al día siguiente empezamos por el Palacio Imperial, que no se puede visitar. Pero si se puede disfrutar de su gran parque o incluso hacer running (por supuesto, en perfecto orden y todos corriendo en el mismo sentido): 


Luego nos fuimos a Shinjuku, un barrio fuera del circuito turístico: vimos chicas con kimonos preciosos, otakus, maid cafés, máquinas de gashapon... También el pequeño Santuario de Golden Gai: 


Una experiencia muy recomendable es visitar el supermercado de Isetan: tienen un cortador de jamón de Guijuelo, galletas de gambas, pan de gulas microscópicas, uvas del tamaño de pelotas de golf, una variedad infinita de tés, y una sección de dulces y pasteles que es una obra de arte: 


También subimos a la azotea de Tocho, la sede del gobierno metropolitano. Sí, los tokyotas lo llaman tocho. Las vistas son espectaculares, el café muy rico y disponen de más sellos para añadir a mi moleskine: 


La visita al Parque Yoyogi incluye un enorme tori y un bonito santuario donde aprendimos a hacer correctamente las abluciones purificadoras:



Para rematar el día me lancé cual kamikaze en Shibura, el cuádruple paso de peatones más transitado del mundo: millón y medio de kekos al día. ¡Y no me choqué con nadie! ¡Banzai!

Y esto fueron sólo las primeras 36 horas. ¿Qué nos depararía el próximo día?


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