¡Estamos de vuelta! Una de las excursiones típicas desde Tokyo es Kamakura, una villa costera famosa por sus playas (con sus señales de "Tsunami evacuation plan") y por su conjunto monumental de templos. La primera visita fue, evidentemente, la estatua gigante de Buda, a la que incluso se puede entrar:
Después visitamos Hasedera, un conjunto de templos y jardines dedicado a la piedad. Al ser el Día del Mar todos los templos estaban abiertos, incluyendo el templo de las artes o la cueva de Ofuna, una divinidad femenina:
Nuestra buena amiga (y mejor guía) Klimicko nos explicó el significado de las miles de estatuillas Rinzo, dedicadas a los niños fallecidos:
Para animarnos, y también para combatir el tremendo bochorno, nos llevó a una estupenda terraza a degustar zumo, café helado, granizado y dos riquísimos postres a base de miel:
De vuelta al centro de la localidad, ascendimos las escaleras del templo Hitachi, donde pudimos contemplar un estanque con nenúfares gigantes y tortugas:
Y a modo de colofón ¡nos compramos sendos furoshiki de Star Wars! Los furoshiki son unos pañuelos super versátiles que los kekos japoneses usan para todo: toalla, bufanda, bolso, envoltorio de regalo... todo depende de como lo dobles. Así que en el tren de vuelta a Tokyo nos pusimos a estudiar las instrucciones de uso, tan contentos.
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