jueves, 7 de octubre de 2021

Back to the airport

Ciao! Tal como os prometimos, empezamos hoy una narración muy especial: la vuelta a la "cuasi-normalidad" viajera. ¡Bienvenid@s!

Madrugamos un lunes para ir al aeropuerto, creyendo que los controles de seguridad serían más exhaustivos con todo ese rollo del pasaporte covid... pero no se molestaron ni en escanear el QR. Pues vale. Lo importante es que finalmente pudimos despegar y, tras un tranquilo vuelo, llegamos a Bolonia donde nos esperaba un coche de alquiler para empezar nuestro road-trip. 

Primera parada: Rímini. Se trata de una famosa y frecuentada localidad vacacional a orillas del mar Adriático. Tras una pequeña anécdota en el hotel debido al overbooking, que les obligó a reubicarnos en un 5 estrellas, nos lanzamos a turistear, año y medio después de la primera orden de confinamiento. Rímini tiene un anfiteatro romano prácticamente abandonado y un arco del triunfo en no mejores condiciones...

El monumento más importante es el templo malatestiano diseñado por Alberti en el Renacimiento, según proporciones matemáticamente perfectas. y ¿qué pasa cuando intentas hacer arte sólo con matemáticas? Pues que sale un edificio feo. Y encima, por problemas de presupuesto, se quedó inacabado. Pfffffff.


Luego nos fuimos al parque del castillo diseñado por Brunelleschi y desde allí, pasando por el muy instagranmeable Puente de Tiberio (las fotos nocturnas, con el reflejo en el agua, quedaron chulísimas), llegamos al barrio de pescadores de San Giuliano, donde nació el director de cine Fellinick. Allí pudimos cenar muy rico en una terraza (según pudimos observar en este viaje, los italianos no admiten clientes en el interior de los locales y así no tienen que pedir el dichoso pasaporte. Hecha la ley, hecha la trampa).

Pero, si el propósito de este viaje era visitar la región de Cinque Terre, ¿por qué nos fuimos al otro lado del país? ¡Pues para marcarnos un auténtico 2x1! Había que aprovechar la reapertura de las fronteras para visitar todos los países posibles, jajaja. Así que al día siguiente nos fuimos a... ¡San Marino!


El país en realidad es una colina con una pintoresca carretera ascendente jalonada de aparcamientos (que a las 11 de la mañana ya estaban casi llenos). El casco histórico es muy bonito y coqueto. En la foto me veis posando con el campo de tiro con arco, deporte nacional ;) De ese mismo lado hay un bonito mirador...


... y hacia el lado contrario se inicia el paseo por las tres atalayas o fortificaciones, siendo la más bonita la última:


San Marino también nos proporcionó dos buenas anécdotas: el sello en nuestros pasaportes (no son necesarios pero puedes solicitarlo en el museo) y una fresquísima granita siciliana (brain freezeeeeeee!!!). 

La siguiente etapa de nuestra ruta nos llevará de vuelta a tierras italianas. ¿Cuáles serán las paradas?



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