Ciao! Tal como os prometimos, empezamos hoy una narración muy especial: la vuelta a la "cuasi-normalidad" viajera. ¡Bienvenid@s!
Madrugamos un lunes para ir al aeropuerto, creyendo que los controles de seguridad serían más exhaustivos con todo ese rollo del pasaporte covid... pero no se molestaron ni en escanear el QR. Pues vale. Lo importante es que finalmente pudimos despegar y, tras un tranquilo vuelo, llegamos a Bolonia donde nos esperaba un coche de alquiler para empezar nuestro road-trip.
Primera parada: Rímini. Se trata de una famosa y frecuentada localidad vacacional a orillas del mar Adriático. Tras una pequeña anécdota en el hotel debido al overbooking, que les obligó a reubicarnos en un 5 estrellas, nos lanzamos a turistear, año y medio después de la primera orden de confinamiento. Rímini tiene un anfiteatro romano prácticamente abandonado y un arco del triunfo en no mejores condiciones...
El monumento más importante es el templo malatestiano diseñado por Alberti en el Renacimiento, según proporciones matemáticamente perfectas. y ¿qué pasa cuando intentas hacer arte sólo con matemáticas? Pues que sale un edificio feo. Y encima, por problemas de presupuesto, se quedó inacabado. Pfffffff.
San Marino también nos proporcionó dos buenas anécdotas: el sello en nuestros pasaportes (no son necesarios pero puedes solicitarlo en el museo) y una fresquísima granita siciliana (brain freezeeeeeee!!!).
La siguiente etapa de nuestra ruta nos llevará de vuelta a tierras italianas. ¿Cuáles serán las paradas?
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