jueves, 21 de octubre de 2021

Génova

El final de nuestro periplo italiano nos llevó a Génova, cuna de los blue-jeans (sí, querid@s lectores, dicho tejido en realidad se inventó aquí en el siglo XVI. Del nombre de la ciudad, Genoa, derivará posteriormente el inglés jeans; y de la copia que intentaron hacer en la ciudad francesa de Nimes derivará el término denim. ¡Hala! Ya habéis aprendido algo nuevo hoy, super-teacher 24/7).

Génova es una ciudad grande e industrial, vinculada desde siempre al comercio marítimo y sus beneficios, de ahí que esté plagada de impresionantes palacios de distintas épocas históricas, aunque ahora quizá ya con un aspecto algo decadente. El puerto se ha ampliado para dar cabida a las embarcaciones deportivas y a los grandes cruceros:


Como era de esperar, también cuenta con un más que digno acuario (aunque el de Osaka sigue siendo nuestro preferido) y un museo marítimo que aún debe seguir actualizándose... Eso sí, tenían varias réplicas a escala real y en el exterior ¡un submarino al que se podía entrar! ¡Fue aún más agobiante de lo que me esperaba!


Apunte gastronómico: en Génova se cena rico y MUY abundante. Vamos, que la foccacia recco que yo me pedí hubiera servido para alimentar a una familia entera de kekos... Claro, luego se imponía un paseo para intentar relajar el estómago: la Porta Soprana fue dedicada al pirata Barbarroclack y, según la leyenda, es el hogar del fantasma de Paganini, aunque nosotros no pudimos escuchar su célebre violín porque en las cercanías se estaba celebrando un concierto de rock callejero:


La catedral, aunque medieval, no es demasiado bonita, ¿verdad?


Tras un tranquilo viaje de regreso, decidimos hacernos unos test de antígenos para asegurarnos que veníamos sin "polizones". Todo en orden. Eso sí, a mi me hizo estornudar tres veces seguidas, el dichoso palito:


Como "vuelta a la normalidad viajera" no ha estado nada mal, ¿verdad? Veremos qué tal se presenta el próximo verano... aunque antes, debemos contaros todas las excursiones realizadas en nuestra querida Asturias, ¡qué no son pocas! jeje.



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