miércoles, 27 de septiembre de 2017

Una de romanos (I)

Como bien sabéis, entre tantas clases y tantos viajes, tengo un gran proyecto en marcha: la Historia de Britannia. Tras haberos presentado a los pictos de Boudica, es momento de lucir mis tropas romanas. Empecemos con los oficiales...

Este es Quinto Valerio Cinna, el legado. Un muy buen legado, de hecho: responsable, reflexivo y que sabe escuchar a sus subalternos. Se merecería estar en una provincia más tranquila y soleada pero es demasiado sincero como para salir airoso de los juegos políticos en Roma. En cualquier caso, es un auténtico profesional que acepta con buen ánimo su deber en la última frontera: 


Los jóvenes tribunos tienen personalidades opuestas. Mientras Cayo Suetonio Ahenobarbo es un amable pelirrojo con alma de poeta, Tiberio Flavio Nero se pasa el día rezongando de su estancia en esta lluviosa isla y en cuanto puede sale a galope con su cuádriga; pero en el fondo es consciente de lo mucho que aprenderá bajo la tutela del legado para su futura carrera política: 


Ellos serán los responsables de recibir al Cónsul Tiberio Emilio Craso y su esposa Gaia Emilia Drusa. Tiberio es un buen tipo, bastante franco y honesto para su cargo. Probablemente porque en realidad no lo necesita, ya que es uno de los hombres más ricos de Roma. Todos en el campamento esperan que quede satisfecho con la visita y decida invertir más fondos aquí: 


Por supuesto, el cónsul viene protegido por sus guardias personales: Sexto y Décimo Antonino:


El siguiente escalafón de oficiales son los prefectos. De izquierda a derecha: Marco Julio Aquila es el Prefecto del Campamento, esto es, el Comandante general; Tito Curto Asina es el responsable de la caballería; Publio Fabricio Agrippa, como no podía ser de otra forma con ese nombre, es el ingeniero militar; y Cayo Sertorio Prisco es el veterano responsable de la marina, imprescindible al tratarse de un acuartelamiento en una isla: 


Llegamos a los suboficiales, donde destaca el centurión Marco Didio Falco. Es un tipo dicharachero y un poco caradura que procede de la clase media (más bien baja-media...); quizá por eso tiene tendencia a proteger a los legionarios a su cargo, evitando que sus líos y pequeñas faltas lleguen a oídos de los aristócratas superiores: 


Marco Pomponio Mela es el optio, es decir, el sargento. Mientras que el centurión siempre entra en combate a la cabeza de sus legionarios, la misión del optio es ir al final... vigilando y evitando que los nuevos reclutas intenten escaquearse. También se encarga de los turnos de guardia, así que es mejor llevarse bien con él: 


Appio Terencio Varro es el signifer y cornicen: su misión es proteger el emblema del ejército y dirigir sus movimientos a golpe de trompeta. Siempre está de mal humor porque lo que a él le gustaría es combatir en primerísima línea. Y tampoco le gusta su uniforme. 


Tras ello, ya vienen los legionarios. Pero de ellos mejor os hablo otro día, pues también hay algunos personajes que se merecen una presentación aparte...


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