domingo, 19 de mayo de 2019

Nápoles y el Vesubio

Carnaval de 2018 (sí, llevamos un considerable retraso en nuestras crónicas). Tras un super madrugón (6'15 de la mañana ¡y sin desayunar!) y un vuelo tranquilo en un avión lleno de profes :P llegamos a Nápoles. Como somos kekos experimentados, en lugar del caro shuttle, viajamos por sólo 1'5 euros en el mucho más pintoresco autobús de línea, que además nos dejó casi frente a nuestro hotel.

Con casi todo el día por delante, empezamos la visita cultural... comiendo! Spaguetti alla vongole, gnocchi alla sorrentina y, por supuesto, sendos expressos

Con las pilas bien cargadas, nos fuimos a recorrer el casco histórico: monumentos, pintoresquismo, belenes, gelatos (no recomiendo el de nutella), etc. 


Tras un breve descanso visitamos la "Nápoles Subterránea". No tenemos foto pero es muy recomendable y educativo (Click opina que la Edad Media hizo mucho daño... ¡pero los muñequinos  de las portadas son taaaaaaan monos!). Tras otro paseo hasta el hotel, terminamos la jornada viendo rugby


Al día siguiente visitamos Pompeya, pero eso se merece una entrada propia. Tranquil@s, sólo tendréis que esperar unos días.

Así que saltamos al lunes, cuando el tren circumvesabiano nos llevó hasta Ercolano (sólo 20 minutos de trayecto), donde un bus nos acercó hasta las faldas del famoso Vesubio. Para mí ya era la segunda visita y pude observar con cierto disgusto que las cosas han cambiado un poco... La visita no fue tan completa y memorable como la del Etna, pero también sirvió para ampliar mi colección de piedras volcánicas:



De nuevo en Ercolano tuvimos que hacer tiempo antes del tren de regreso a Nápoles. ¿Qué mejor manera que con otro par de expressos? ¡Y qué expressos! ¡Los mejores que hemos probado nunca! Y eso que la "tasca" no parecía muy atractiva...


Comimos en el barrio español (que de peligroso sólo tiene la fama): bruschettas, más spaguetti vongole, spaguetti mazerana e invitación a limoncello. Tras ello y como diluviaba (bueno, y porque en realidad era el plan) visitamos el Museo Arqueológico Nacional, de donde salimos encantados.

Para cenar, de nuevo en el barrio español, tubettoni con pez espada y paccheri con langostinos. Vamos, que no nos cuidamos nada mal...


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