¡Lo hemos conseguido! Hemos completado la primera semana del nuevo curso escolar sin tener que reñir ni sancionar a ninguno de nuestr@s kekit@s. Y eso que la vuelta a las aulas no está siendo nada fácil, ¡fijaos en lo tedioso de la nueva rutina escolar!
El uso de la mascarilla es obligatorio siempre, tanto dentro como fuera del aula. Pero además hay que entrar en perfecto orden y limpiarse las manos con gel hidroalcohólico...
... los pupitres, bien separados. Antes de sentarse, cada estudiante es responsable de limpiar su mesa y su silla. A veces, alguno se olvida de las toallitas y tengo que acudir con el spray de viricida: flis flis! Y por supuesto, las ventanas abiertas para que la clase esté bien ventilada.
Que los estudiantes tengan que estar separados impide desarrollar trabajos en grupo pero tiene una pequeña ventaja: ¡ya no pueden hablar con el compañero, jajaja!.
La clase se desarrolla con normalidad. Afortunadamente yo soy una profe moderna y siempre me he servido de las TIC para mis clases porque ahora ya no se pueden compartir materiales ni papel. ¡Hasta los exámenes tendremos que dejarlos en cuarentena!
Y al terminar la clase, más gel y más viricida... Al salir, los estudiantes se cruzan con sus compañer@s del siguiente grupo, que ya están esperando en su lado del pasillo; éste es el momento en el que mantener la distancia social resulta más difícil porque lo que quieren es, precisamente, "socializar" con los amigos a los que no veían desde hace 6 meses...
Y en el recreo a los profes se nos acabó la rutina de las charlas delante de la máquina de café. Ahora me voy al departamento, con mi bocatín y mi termo de café, donde puedo estar tranquila unos minutos:
¿Sólo los estudiantes? Yo creo que la super-teacher tenía ganas incluso más ganas de empezar... ��
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